viernes, 1 de noviembre de 2019

Un escenario inédito para el día después


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              Publicado en Nuevos Papeles el 01/112019

El 8 de julio de 1989 el radical Raúl Alfonsín le entregaba el bastón y la banda presidencial al peronista Carlos Menem. Esto ocurría seis meses antes de lo previsto en la Constitución nacional, con una hiperinflación que había superado el 3000% anual y un Partido Justicialista que hizo todo lo posible para que Alfonsín se fuera del gobierno del peor modo posible y anticipadamente.

Alfonsín ya no volvería a ganar una elección nacional en su vida. Al radicalismo no le fue mucho mejor. En 1993 el peronismo, incluso, triunfaba en la Capital y en el siguiente turno presidencial, por primera vez en la historia, los radicales no aparecían entre los dos primeros partidos más votados. Recién tras la muerte del líder radical, comenzó un reconocimiento a su trayectoria.

A fines de diciembre del 2001 la foto de la violencia callejera y el helicóptero fijaron en la memoria colectiva al gobierno de Fernando De la Rúa. Los radicales pagaron costos inmensos y sufrieron múltiples escisiones, entre ellas las de Ricardo López Murphy y Elisa Carrió. El gobierno de Marcelo T. de Alvear en 1928 seguía siendo el último civil no peronista que había finalizado su mandato completo.

En la siguiente elección presidencial la UCR no llegó al 3% y tiempo después, la mitad del partido, se encolumnaba tras CFK y la transversalidad. De todos modos, tuvieron más suerte que su ex socio en la Alianza, el Frente Grande, que directamente se convirtió en una organización fantasma subsidiaria del kirchnerismo [para seguir leyendo hacer click acá].

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