lunes, 17 de diciembre de 2012

De Kramer vs. Kramer a Kunik vs. Kintin ¿somos todos K?

Días atrás se produjo una suerte de debate entre dos habitués de las redes sociales: Martin Kunik y Quintín (se lo puede reconstruir desde este link) sobre los grupos K y anti K que confrontan en Twitter. Resumiéndolo brutalmente, Kunik fuerza un poco el análisis y se le escapa cierto “vicio profesional” de politólogo, al conceptualizar un escenario que tiene más de desagregado que de acción conjunta y sistemática de los actores. Quintín, mientras tanto, solo da muestra de cierta ironía inconvenientemente mezclada con falta de clase y, porque no, de educación.

Sin ahondar más en el tema, quiero detenerme en algo que desde hace tiempo me llama mucho la atención de Quintín. En reiteradas ocasiones ha enunciado su condición de peronista. De hecho le encanta estampar a los demás la etiqueta “gorila” y profesar un peronismo que no sería el de los K, pero sin dar ninguna precisión de cómo sería ese fenómeno. Mientras Quintín proclama su peronismo a los cuatro vientos, se muestra hípercrítico de los K. Particularmente en términos de lo que podríamos llamar el programa liberal clásico: libertades individuales, de prensa, de pensamiento, respeto por la división de poderes e independencia de la justicia. Al compañero Quintín lo pone particularmente loco la intervención kirchnerista en los contenidos educativos formales. 

Al mismo tiempo, Quintín suele elogiar a Julio Bárbaro (su apellido invita al chiste fácil, pero dirían que soy un gorila), un impresentable ex funcionario menemista y K (durante 5 años) devenido en miembro fundador, con Alberto Fernández, del club de viudas de Néstor. Y es por ello que, entre tanta ambigüedad y contradicción, resulta difícil saber a cuál peronismo se refiere Quintín cuando se identifica de esa manera. Cuando alguien le marca esta situación, apela a la típica estrategia peronista (y de los K en especial) y sale del entuerto denunciando el gorilismo del otro y cerrando la discusión (y como a Kunik, bloqueándolo del Twitter) .

Entonces ¿qué clase de peronista es Quintín?

Supongo a priori que no se identifica con el Perón golpista del 30 ni con el del 43, influido por el fascismo italiano ¿Es Quintín un peronista del 45? Si bien podemos encontrar muchas cosas positivas en aquel proceso, también hay que reconocer que las libertades liberales no fueron su fuerte. De hecho, los K parecen mucho más civilizados cuando recordamos la quema de iglesias, de la biblioteca socialista, el asesinato de estudiantes de la FUBA o el desafuero y posterior apresamiento de opositores. Ni que hablar de la intervención en la educación, cosa ya muy estudiada como para agregar algo más.

Por supuesto que no creo que Quintín se identifique con el peronismo de los 70, de donde el kirchnerismo tomó su base discursiva y su concepción de la práctica política. Si bien admira a Julio Bárbaro, tampoco lo veo apegado a Luder, Herminio, Menem o Duhalde.

En mi opinión, solo está embarcado en la construcción de un personaje. Apenas una estrategia de marketing que lo presenta como un enfant terrible que
al proclamarse "peronista", mantiene un último anclaje con la corrección política.  Pero, por supuesto, es su vida y son sus ideas y no es asunto de nadie más que de él como las lleva adelante. Estas líneas tomaron a Quintín de ejemplo, solo como una excusa para una reflexión más general que podría sintetizarse en forma de pregunta ¿Hasta qué punto los Kirchner son un evento extraordinario de nuestra vida social y política? Mucho antikirchnerismo furibundo cree que muerto el perro se acabó la rabia y en eso estan, tratando de matar al perro. Sin embargo, mucho me temo que no será tan sencillo. 

Los K apenas son la forma contemporánea en que se presentan ciertas creencias e ideas que los argentinos mantienen mayoritariamente desde la misma sanción de la ley Sáenz Peña y antes tambien. Esto se observó, reiteradamente, en las cualidades de los líderes elegidos, en el papel del Estado, la visión sobre el mundo y, sobre todo, en  la idea inamovible de una sociedad que no cumplió (ni cumple) con su destino glorioso por culpa de los demás.

El discurso "nac&pop" no es un invento kirchnerista, forma parte de una profunda tradición política y cultural argentina. El 54% votó a los K pero muchísimos más (gran parte de la UCR, del FAP, la Coalición Cívica y la izquierda nacionalista) creen en la efectividad de sus políticas y solo rechazan las altas dosis de corrupción, ineficiencia y autoritarismo con que las implementan. 

Ya lo dijo el General: peronistas somos todos. Hasta Quintín.