“Oyarbide es un buen Juez”. Al menos así lo manifestó el ahora locuaz Juez de la Corte Suprema Carlos Fayt. Digo ahora, ya que en los noventa, mientras compartía la Corte con Julio Nazareno, Adolfo Vázquez, Eduardo Moline O´Connor y otras luminarias del Derecho, al anciano jurista no se lo conoció la voz.
Durante aquellos años, incluso como un disidente que no sacaba los pies del plato, Fayt fue una pieza funcional a los intereses de Carlos Menem y su mayoría automática. Quizás por ello fue beneficiado por sus compañeros con una polémica interpretación constitucional que le permitió sortear el voto del Senado para conseguir su renombramiento en la Corte.
“Un caso lleva su nombre: en 1999 se declaró inconstitucional una cláusula que lo afectaba y que se había introducido en la Reforma de 1994: el art. 99 inc. 4º, que dice que los jueces que llegaran a 75 años debían tener, para seguir en el cargo, nuevo nombramiento por acuerdo del Senado. Lo que dijo “su” fallo fue que no había en la ley de convocatoria a la Convención de Santa Fe/Paraná nada que habilitase modificaciones de tal entidad a la garantía de la inamovilidad de los magistrados a partir del cumplimiento de una edad determinada. Este fallo –que le permitió sortear un “re-nombramiento” que le hubiera sido esquivo– fue uno de los motivos del desafortunado juicio político “en bloque” (a toda la Corte Suprema) que el Congreso tramitó en octubre de 2002 (Gustavo Arballo, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Pampa. http://www.saberderecho.blogspot.com/)”
En cambio, hoy lo vemos exultante, atendiendo a la nube de periodistas de un modo atento, casi socarrón, abordando una amplia gama de temas y opinando –no sólo con sus sentencias- sino con la voz de un político que parece gozar con la exposición mediática.
Sin duda y por ello, Oyarbide le parece un buen Juez. Este Juez federal, antiguo habitante de la servilleta de Corach, dejo arrumbado en el placard la popular máxima que afirma que los jueces sólo hablan por sus fallos. Aun hoy le debe al bloque del PJ en el Senado haber zafado del juicio político por el sonado caso Espartacus.
Como si fuera protagonista de un reality show sobre su tarea cotidiana, Oyarbide anuncia y desanuncia las probables líneas de investigación, los acusados, los allanamientos y los posibles procesamientos o arrestos.
Mientras acomoda sus lentes oscuros de diva italiana de los años sesenta y olvida que la mujer del Cesar no sólo debe ser honesta, Oyarbide sigue firme en su juzgado hundiendo sus causas en evitables polémicas y constantes dudas.
Durante aquellos años, incluso como un disidente que no sacaba los pies del plato, Fayt fue una pieza funcional a los intereses de Carlos Menem y su mayoría automática. Quizás por ello fue beneficiado por sus compañeros con una polémica interpretación constitucional que le permitió sortear el voto del Senado para conseguir su renombramiento en la Corte.
“Un caso lleva su nombre: en 1999 se declaró inconstitucional una cláusula que lo afectaba y que se había introducido en la Reforma de 1994: el art. 99 inc. 4º, que dice que los jueces que llegaran a 75 años debían tener, para seguir en el cargo, nuevo nombramiento por acuerdo del Senado. Lo que dijo “su” fallo fue que no había en la ley de convocatoria a la Convención de Santa Fe/Paraná nada que habilitase modificaciones de tal entidad a la garantía de la inamovilidad de los magistrados a partir del cumplimiento de una edad determinada. Este fallo –que le permitió sortear un “re-nombramiento” que le hubiera sido esquivo– fue uno de los motivos del desafortunado juicio político “en bloque” (a toda la Corte Suprema) que el Congreso tramitó en octubre de 2002 (Gustavo Arballo, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Pampa. http://www.saberderecho.blogspot.com/)”
En cambio, hoy lo vemos exultante, atendiendo a la nube de periodistas de un modo atento, casi socarrón, abordando una amplia gama de temas y opinando –no sólo con sus sentencias- sino con la voz de un político que parece gozar con la exposición mediática.
Sin duda y por ello, Oyarbide le parece un buen Juez. Este Juez federal, antiguo habitante de la servilleta de Corach, dejo arrumbado en el placard la popular máxima que afirma que los jueces sólo hablan por sus fallos. Aun hoy le debe al bloque del PJ en el Senado haber zafado del juicio político por el sonado caso Espartacus.
Como si fuera protagonista de un reality show sobre su tarea cotidiana, Oyarbide anuncia y desanuncia las probables líneas de investigación, los acusados, los allanamientos y los posibles procesamientos o arrestos.
Mientras acomoda sus lentes oscuros de diva italiana de los años sesenta y olvida que la mujer del Cesar no sólo debe ser honesta, Oyarbide sigue firme en su juzgado hundiendo sus causas en evitables polémicas y constantes dudas.
Cada acto que realiza, cada fallo que impone en relación con el poder o sus actores, es acompañado por la irremediable sensación que fue influenciado por intereses políticos particulares y venganzas (o agradecimientos) por hechos pasados o temores futuros. Así, sus decisiones están permanentemente oscurecidas por la sombra de la arbitrariedad.
Pero Oyarbide es un buen Juez, al menos eso dice Fayt.
Mientras tanto, esta semana presenciamos una nueva postal de la irracional Argentina kirchnerista: La AFIP anunció con bombos y platillos que comenzará a investigar a quienes gasten más de 3000 pesos con tarjeta de crédito. Paralelamente, los fiscales decidieron que no se debía investigar como Néstor Kirchner y Cristina Fernández aumentaron su patrimonio en un 600% durante los últimos 6 años, coincidiendo con el ejercicio de la presidencia de la Nación.
Espartacus fue una metáfora del poder en la década menemista. Para zafar del castigo, Oyarbide tuvo que convertirse en un esclavo del poder de turno. Ser eximido de culpa y cargo no le salió gratis. Por supuesto que no. Se lo han cobrado, se lo están cobrando y se lo cobrarán hasta el último día. Impunidad es el nombre de la moneda.
Paradójicamente, Espartaco, el líder de los esclavos que enfrentaron al poder romano, fue descripto por todas las fuentes históricas como un hombre culto, inteligente y justo. Todas las características que debiera tener un Juez.
Pero Oyarbide es un buen Juez, al menos eso dice Fayt.
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