Se terminó el mundial y, como todo proceso que finaliza, parece un buen momento para analizar sus resultados. De este modo será posible iniciar una nueva etapa con alguna enseñanza que nos ayude a mejorar lo hecho en la etapa anterior. Sobre todo, cuando –más allá del exitismo reinante- existe la percepción generalizada que se podría haber conseguido un poco más de lo finalmente obtenido.
Mi análisis no apunta a lo futbolístico en términos estrictos. De todos modos no es desubicado aventurar que –comparando uno a uno a los jugadores seleccionados- Argentina no tenía peor equipo que Holanda, Uruguay o Alemania. Ni siquiera al de España, seguramente el más talentoso de todos.
Pero el futbol no es el tenis ni el golf. Es, escencialmente, un deporte colectivo. Además, las principales falencias de la selección de futbol no fueron personales, por el contrario, contaba con excelentes individualidades. Se trataba entonces –nada más ni nada menos- de hacer que la acción común del equipo potencie aun más las habilidades de cada uno de los jugadores, sobre todo, los más talentosos. Al mismo tiempo debía apuntarse a que el funcionamiento grupal redujera -al menos disimulara- las carencias técnicas que mostraban muchos de los jugadores, sobre todo, los ligados a la tarea defensiva.
Ese era -desde el inicio- el desafío y la tarea fundamental del DT, más allá de acertar en la convocatoria de jugadores, los cambios y la estrategia del medio campo.
¿Cuál fue el resultado empíricamente observable? El cuerpo técnico no logró conformar un equipo. Por el contrario, su tarea disminuyó la productividad que los actores mostraban en sus respectivas ligas. No solo no se sumó el valor de las partes, además, se restó. ¿Ejemplos inversos? Uruguay, Chile, Paraguay, Japón.
¿Debe seguir Maradona? No parece probable que el astro del individualismo metodológico (recordemos como fueron los dos goles frente a los ingleses) logre en el futuro convertirse en el formador de un grupo de las características mencionadas. Y este es un aspecto clave para tomar la decisión. Como dije anteriomente, si se comparara uno a uno a los jugadores argentinos con los de los equipos que jugaron las semifinales el resultado no sería desfavorable para los albicelestes. Ahora, si comparáramos uno a uno los cuerpos técnicos…..
Como casi todo lo que nos viene ocurriendo como país en los últimos 60 años, nos enfrentamos a un problema de organización y acción colectiva. La acción colectiva, en definitiva, es un proceso por el cual se trata de coordinar un grupo de personas diferentes con intereses diversos en pos de un objetivo que los satisfaga a todos. Y los procesos, por definición, transcurren en forma continua y relacionada de principio a fin. Esto implica que, si algo se hace mal a cada paso dado, es difícil que el resultado final sea el esperado. Esto vale para un matrimonio, la crianza de un hijo, para armar una carrera profesional, estudios universitarios o para mantener una casa en buen estado.
Mi análisis no apunta a lo futbolístico en términos estrictos. De todos modos no es desubicado aventurar que –comparando uno a uno a los jugadores seleccionados- Argentina no tenía peor equipo que Holanda, Uruguay o Alemania. Ni siquiera al de España, seguramente el más talentoso de todos.
Pero el futbol no es el tenis ni el golf. Es, escencialmente, un deporte colectivo. Además, las principales falencias de la selección de futbol no fueron personales, por el contrario, contaba con excelentes individualidades. Se trataba entonces –nada más ni nada menos- de hacer que la acción común del equipo potencie aun más las habilidades de cada uno de los jugadores, sobre todo, los más talentosos. Al mismo tiempo debía apuntarse a que el funcionamiento grupal redujera -al menos disimulara- las carencias técnicas que mostraban muchos de los jugadores, sobre todo, los ligados a la tarea defensiva.
Ese era -desde el inicio- el desafío y la tarea fundamental del DT, más allá de acertar en la convocatoria de jugadores, los cambios y la estrategia del medio campo.
¿Cuál fue el resultado empíricamente observable? El cuerpo técnico no logró conformar un equipo. Por el contrario, su tarea disminuyó la productividad que los actores mostraban en sus respectivas ligas. No solo no se sumó el valor de las partes, además, se restó. ¿Ejemplos inversos? Uruguay, Chile, Paraguay, Japón.
¿Debe seguir Maradona? No parece probable que el astro del individualismo metodológico (recordemos como fueron los dos goles frente a los ingleses) logre en el futuro convertirse en el formador de un grupo de las características mencionadas. Y este es un aspecto clave para tomar la decisión. Como dije anteriomente, si se comparara uno a uno a los jugadores argentinos con los de los equipos que jugaron las semifinales el resultado no sería desfavorable para los albicelestes. Ahora, si comparáramos uno a uno los cuerpos técnicos…..
Como casi todo lo que nos viene ocurriendo como país en los últimos 60 años, nos enfrentamos a un problema de organización y acción colectiva. La acción colectiva, en definitiva, es un proceso por el cual se trata de coordinar un grupo de personas diferentes con intereses diversos en pos de un objetivo que los satisfaga a todos. Y los procesos, por definición, transcurren en forma continua y relacionada de principio a fin. Esto implica que, si algo se hace mal a cada paso dado, es difícil que el resultado final sea el esperado. Esto vale para un matrimonio, la crianza de un hijo, para armar una carrera profesional, estudios universitarios o para mantener una casa en buen estado.
Durante los golpes militares –sobre todo el último- y muy especialmente en la década de 1990, debimos aprender que no sólo importa hacer cosas que parecen importantes para avanzar y estar mejor. También importa cómo se hacen esas cosas. Ambas son dos caras de la misma moneda.
Con Menem escuchamos que el Estado debía ser reformado y que podría ser eficiente y vinculado al mundo. Parecía un objetivo razonable. Pero al final observamos (aunque no aprendimos) que la forma en que se completó aquel proceso de privatizaciones influyó en la calidad del objetivo logrado.
Bajo esta perspectiva Duhalde hizo lo mismo. La pesificación asimétrica se basó de la creencia de que las formas molestan y se pueden modificar a cada paso del proceso. Y Néstor y CFK repiten lo mismo. No importa como hacer el análisis genético a los Noble, hay que hacerlo como sea (así salió). No importa como hacer el canje de la deuda, ni como estatizar AA o las AFJP, ni como llevar adelante el fútbol y combatir los monopolios de prensa.
El ADN populista es el mismo, más allá de los actores que lo representen en cada momento. Sin embargo, para ser efectiva, esta operación de oligofrenia colectiva necesita una vuelta más. La incapacidad de reflexionar sobre lo que pasó, culpar a otros, negar la realidad y reafirmarnos en nuestro propio excepcionalismo. Finalmente, poner todo en la próxima vuelta, tirar la pelota hacia adelante y comenzar el círculo ilusión – proceso mal avenido - malos resultados parciales – insistencia en el error – pico de expectativa – objetivos finales no cumplidos - desilusión – señalar al culpable – nueva ilusión y de vuelta a empezar.
Maradona no había tenido buenas experiencias como DT antes de la selección. En esta ocasión se peleó con Bilardo, con Lemme, con Grondona, con los medios (LTA), con Riquelme, Basile (h), armó el escándalo de Ruggeri y probó irregularmente a más 100 jugadores. Así clasificó de pedo, perdió 6 a 1 con Bolivia, cambió radicalmente la estrategia 5 días antes del mundial y llevó jugadores que casi no había probado anteriormente (y también a la inversa). Una vez en el mundial, puso jugadores fuera de su puesto, manejó mal al grupo y encima le tocó un fixture difícil.
Por imprevisión de la organización del futbol argentino casi no se encuentra avión para llegar a tiempo a Sudáfrica, se cambió de DT en medio de las eliminatorias, se jugó amistosos con equipos menos que menores (Haití y Canadá) y además, se armó el lío de los barras. Como siempre, no hubo lineas de continuidad con procesos anteriores.
Así era difícil salir campeones. La única chance era un revoleo del destino, un poco de suerte y una mano del supremo. Eso ya nos ocurrió, pero pasa cada 50 años (el de abajo también juega). Lo bueno es que ya van casi 30 desde la última vez y la posibilidad de un tiro de suerte aumenta. Aunque por ahora, solo hemos recibido el tiro de gracia.
3 comentarios:
Excelente análisis
No estoy de acuerdo en cuanto a la calidad del equipo 1 a 1. Lo más maravilloso de España es su centro del campo, Xavi Hernández, Cesc, Xabi Alonso e Iniesta. Se puede comparar esos jugadores con los de Argentina o cualquier otro equipo?? dificilmente..
Coincido con el centro del campo, es el mejor del torneo. Pero juegan 11. De todos modos el equipo español es el mejor del torneo y no solo porque lo gano. Pero en el 1 a 1 Argentina no esta muy atras de España. En el 11 a 11 esta abajo del camion. Y comparando DT´s ni te digo.
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