Días pasados, el Decano de la Facultad de Ingeniería, Carlos Rosito, prohibió una reunión donde se presentaría un informe sumamente crítico con las políticas energéticas del Gobierno Nacional. La reunión, que incluía a ocho de los secretarios de energía de los distintos gobiernos post 1983, fue suspendida respondiendo a una exigencia realizada desde lo más alto del poder K.
Lo poco pertinente de la explicación dada por el Decano/Censor, sólo logró aumentar la dimensión pública del hecho, poniéndolo frente a su propia miserabilidad. De un plumazo olvidó la tradición pluralista y transgresora de la Universidad de Buenos Aires y, particularmente, la de su propia Facultad.
Desde mi época de estudiante recuerdo actos y eventos de distintos tipo, mucho más partidarios y politizados que el (no) realizado en Ingeniería. En todas las unidades académicas, desde 1983, se sucedieron lanzamiento de campañas, conferencia de candidatos, asambleas partidarias etc. Desde los claustros mismos, nacieron candidaturas, como la de Viñas hace varios años y de la UCR, hace un poco menos.
La misma Facultad de Ingeniería fue sede de alguna de ellas y, además, un histórico bastión contra las distintas dictaduras que sufrió el país. Por ello, cuenta en su haber con estudiantes muertos, perseguidos y desaparecidos por manifestar sus ideas contrarias al poder de turno. Recuerdo a Salmon Aroon Feijoo, asesinado en una ocupación de la Facultad por grupos paramilitares durante la década del 50.
No hay mucho más que decir. Los pequeños hombres quedan enterrados en el subsuelo de la historia y Rosito, haciendo honor a su apellido en diminutivo, le espera ese destino.
No hay mucho más que decir. Los pequeños hombres quedan enterrados en el subsuelo de la historia y Rosito, haciendo honor a su apellido en diminutivo, le espera ese destino.
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